¿Cómo llegué a la cerámica?

Desde niña he visto como mi madre traía piezas de cerámica a casa, como disfrutaba de la cerámica y elogiaba la capacidad creativa de las personas que podían realizar aquellas piezas, la cerámica ha tenido un lugar permanente en mi vida, el blanco y el azul cobalto siempre han estado presentes en las estanterías de mi casa. He visitado talleres y tiendas de artesanía con mi madre en los viajes que hemos hecho juntas, y a menudo he llevado piezas de cerámica como regalo para mi madre, he visto como mi madre pegaba y reparaba minuciosamente aquellas piezas -para ella tan valiosas- cuando éstas se rompían, se puede decir que he aprendido a valorar la cerámica y la artesanía a través de mi madre, mujer de gran cultura, siempre nos ha inculcado el valor de las cosas hechas por uno mismo, supongo que lo único que pretendía era que fuéramos su reflejo. Ella -siempre entre pinturas, pinceles, brochas y herramientas, creando espacios coloridos- me hablaba de arte y de la importancia de hacer lo que a uno le gusta, siempre que esto no haga daño a nadie, de cómo el arte nos cuenta una parte muy importante de la historia de la humanidad, e indicándome que si prestamos atención al arte podremos averiguar quiénes somos. A ella dedico toda mi humilde obra, a ella dedico todo mi trabajo, porque ella sembró en mi la inquietud y el cariño que profeso hacía la cerámica.

Se ha escrito tanto a cerca de la cerámica que yo poco tengo que añadir, realmente es la disciplina plástica que nos proporciona más libertad para expresarnos. Durante el proceso cerámico, desde que el barro está crudo hasta que la pieza final se consigue, uno se va descubriendo, la cerámica me permite ver y comprender, y todo lo que he leído sobre la cerámica va alcanzando realismo a medida que sigo trabajando con el barro... cuando no lo tengo, cuando mis manos se paran y dejan de crear…entonces yo dejo de ver, necesito estar en contacto con el barro para comprender. Mis piezas son sólo el reflejo de lo que en mi interior hay, algunos artistas y artesanos optan por reflejar lo que ven fuera de ellos, miran afuera y lo plasman utilizando distintos materiales y técnicas, yo he preferido mirar adentro, entiendo la cerámica como una forma más de poder comunicarse con los demás. La cerámica me ha ayudado a sobrevivir en un mundo que a veces no entiendo, pensar en hacer una vasija o un mural, o una pieza original, diseñar, tornear, modelar, decorar, dibujar, pintar, en definitiva crear…son los verbos que más me gustan de nuestra bonita lengua castellana, bueno y amar, que evidentemente, y mirado bajo el prisma de mi visión engloba todas las anteriores. También quiero expresar, desde este pequeño espacio cibernético del que dispongo, mi absoluto agradecimiento a mi marido Adolfo, sin el cual no habría podido construir el sueño de tener mi propio taller de cerámica. Y a esos amigos que siempre me han animado para que persiguiera mis sueños. Gracias a todos mis profesores, porque de ellos he aprendido el valor de la palabra creatividad, agradecer en especial a Miguel Molet que me han enseñado las técnicas necesarias para estar tranquila en mi profesión y en mi vida.